EDITORIAL: EN VIDA HERMANO, EN VIDA.

Comparto con ustedes mis palabras del pasado jueves, a propósito de la Orden del Congreso de Colombia en el Grado de Caballero que me fue otorgada por el Honorable Congreso de la República, en nombre del Pueblo Colombiano:
Queridos amigos y amigas:
Sea lo primero agradecerle al Honorable Senador de la República, Nicolas Albeiro Echeverry Alvarán, por la deferencia al promover este reconocimiento que, permítanme expresarlo claramente, legitima mi trabajo periodístico en el Territorio, pero también el de los colegas que hacen un ejercicio ético, con muchas dificultades, pero con mucho amor desde las regiones de toda Antioquia y del resto de este país.
Agradezco a mi familia, que después de 27 años volvemos a reunirnos, a estar juntos todos.
A ustedes amigos y amigas que como dice la canción de Alberto Cortez: “Les adeudo la ternura y las palabras del aliento y el abrazo. El compartir conmigo la factura, que nos presenta la vida paso a paso”. Gracias por su acompañamiento en este día.
Entre nosotros están amigos y amigas que han acompañado mi quehacer periodístico, y mi vida, desde hace décadas hasta hoy. Aquí está representado el calidoscopio de la Región del Oriente Antioqueño y del país. Congresistas, Alcaldes, Empresarios, Exalcaldes, Concejales, Directores Ejecutivos de gremios, Asociaciones y Entidades Públicas, Victimas de ese horrible conflicto que vivimos, pero también quienes empuñaron las armas soñando un mejor país y que hoy se la juegan desde la civilidad por una paz que sea pan, educación, salud, vivienda digna, para todos y para todas. También hay exjueces de la República, Militares y Policías, Veedores Ciudadanos, Defensores de Derechos Humanos y personas comprometidas con este bello territorio lleno de riquezas, pero con unas desigualdades que nos deben poner a pensar: ¿hasta cuándo lo vamos a permitir?
Aquí estamos: Ricos y pobres, patrones y obreros, blancos y negros, eruditos e iletrados. También me acompañan mis colegas, desde quienes han sido mis directores, mis maestros en este oficio maravilloso que me regalo la vida y la sensibilidad, hasta quienes han sido mis alumnos. Contadores de historia con corazón y con alma.
Ese Calidoscopio representado aquí entre ustedes, mis amigos y amigas, nos muestra que sí es posible la diferencia. No solo que es posible, sino que es necesaria en nuestra región y en nuestro país. No tenemos por esa diferencia que desmembrar ni a la Región, ni a el País. Por el contrario, podemos lograr un territorio más equitativo aportando nuestras diferencias para construir mayores niveles de justicia, mejor desarrollo, más infraestructura para la vida.
Se trata de generar una conversación en la que podamos, desde la diferencia, lograr una realidad más justa, más equitativa, más humana. Ese es el compromiso que debemos hacer con el presente y con futuro.
No entiendo un ejercicio periodístico sin corazón. Este oficio tiene que ser, necesariamente, sensible. No pueden pasar por nuestro lado acontecimientos dolorosos y deshumanizantes sin que se nos arrugue el alma, sin que asumamos una postura, por encima de la imparcialidad, enfrentando los riegos que se puedan desatar. Tampoco lo entiendo sin sentir alegría por los logros que dignifican a las comunidades.
Nunca haré un periodismo que sólo repita los comunicados de prensa, que muestre la Región y su acontecer desde el escritorio de la sala de redacción y no desde las montañas de este hermoso Territorio, mirando a los ojos a los protagonistas.
He tenido un lema, a lo largo de estos sesenta años de vida, “POR LA VIDA HASTA LA VIDA MISMA”. Esa consigna no me permite, ni me permitirá, ser imparcial. Si defiendo la vida entonces no podre nunca apoyar la muerte, ni sus promotores, no importan los argumentos que esgriman. Si defiendo la vida tendré que estar siempre al lado de las víctimas. Si defiendo la vida, tendré que denunciar la corrupción que no permite una vida digna. Si defiendo la vida, aun ofreciendo la mía, tendré siempre que defender la libertad. Si defiendo la vida tendré que denunciar, como lo he hecho a pesar de las amenazas y las demandas, a quienes la asesinan.
Por eso he dicho en varias oportunidades que soy mucho más que un periodista, valga decir soy periodista más por la vida, que por los tableros. Soy un actor social en este Oriente Antioqueño.
A lo largo de estas décadas de ejercicio periodístico, en el que he pasado por Medios Nacionales e Internacionales, Regionales y Locales, he logrado pequeñas grandes victorias que dan testimonio de mi labor y de mi compromiso con esta Región y con este País.
Me la he jugado, y me la juego, con las únicas armas que he usado, mi voz y un lápiz, para servir de puente entre las necesidades y las soluciones.
El resultado esta hoy en la presencia de ustedes en este acto, y quienes me están viendo desde sus municipios.
No ha sido fácil. Hacer periodismo independiente en las regiones nunca será fácil. Sobre todo, cuando hay quienes creen que pautar en un Medio de Comunicación es comprar la conciencia de los Medios y de los Periodistas y, peor aún, que haya colegas que se prestan a ello prostituyendo este oficio tan necesario para la democracia.
Sin embargo, la justeza de nuestro quehacer, y el amor con que lo hemos hecho, nos ha permitido incidir en el territorio y sobrevivir con la ayuda de casi todos ustedes para seguir haciendo este periodismo crítico, sin genuflexiones, frentero y de causas, que nos ha caracterizado y nos caracteriza.
Para terminar, permítanme frente a mis nietos: José Matthias, Juana del Mar, Ariel y Olivia Amapola, dejar un mensaje esta noche. Este mundo, nuestra casa común, como lo llama el Papa Francisco, no tiene Plan B. Lo que hagamos hoy nosotros garantizará que mis nietos y sus hijos tengan una Región, un País y un Mundo donde puedan vivir sus diferencias y construir sus proyectos de vida.
EN VIDA HERMANO, EN VIDA. AGRADEZCO A DIOS, EL UNIVERSO Y LA VIDA POR ESTE MOMENTO.
Gracias Honorable Senador, Gracias Congreso de Colombia, Gracias familia, Gracias Amigos y Amigas por acompañarme en este acto, Gracias Oriente Antioqueño.