CAMBIO CLIMATICO: UNA ALERTA ROJA PARA LA HUMANIDAD

Por:
Arturo Montoya
«Las consecuencias del cambio climático son irreversibles», alerta la ONU en el informe más completo hasta la fecha.
Así como titulo esta columna, es como el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, describe las conclusiones de un histórico informe de la ONU publicado en los primeros días de este mes sobre el cambio climático, el más completo hasta la fecha.
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático* (IPCC, por sus siglas en inglés) evaluó cómo el calentamiento global cambiará el mundo en las próximas décadas tras examinar más de 14.000 artículos científicos.
Por su importancia y debido a la precisión que exige la información científica, me propongo transmitir, con apego al texto, apartes de una presentación en internet de un artículo de la BBC sobre este delicado tema. Luego, traeré algunas reacciones y comentarios.
Según los autores, las emisiones continuas de gases de efecto invernadero podrían quebrar un límite clave de la temperatura global en poco más de una década. También creen que «no es posible descartar» una subida del nivel del mar que se acerque a los 2 metros a finales de este siglo.
«Si unimos fuerzas ahora, podemos evitar una catástrofe climática. Pero, como deja claro el informe, no hay tiempo para demoras ni lugar para excusas«, dijo Guterres.
Los científicos dicen que «es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, los océanos y la tierra«.
«Es una constatación de hechos; es indiscutible que los humanos estamos calentando el planeta, no podemos estar más seguros», dijo uno de los autores del informe, el profesor Ed Hawkins, de la Universidad de Reading, Reino Unido.
Los autores del estudio dicen que, desde 1970, las temperaturas de la superficie global han aumentado más rápido que en cualquier otro período de 50 años durante los últimos 2.000.
Este calentamiento «ya está afectando a muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo», aseguran.
Ya sean olas de calor como las experimentadas recientemente en Grecia y el oeste de América del Norte, o inundaciones como las de Alemania y China, «su atribución a la influencia humana se ha fortalecido» durante la última década.
Altas temperaturas. Un aspecto clave del informe es la tasa esperada de aumento de las temperaturas y lo que significa para la humanidad.
Casi todas las naciones de la Tierra se adhirieron a los objetivos del acuerdo climático de París en 2015. Ese pacto tiene como objetivo mantener el aumento de las temperaturas globales muy por debajo de los 2 °C en este siglo y continuar los esfuerzos para mantenerlo por debajo de los 1,5 °C.
«Veremos olas de calor todavía más intensas y frecuentes», dijo Friederike Otto, de la Universidad de Oxford, Reino Unido, otra autora del informe.
«Y también veremos un aumento de fuertes lluvias a escala global y también de algunos tipos de sequías en algunas regiones del mundo».
Entonces, ¿qué puede hacerse?
Hasta aquí el resumen. Ahora traigo una reacción que confronta el informe de la ONU, extraído del artículo “Crisis climática. Al borde del precipicio: el escenario que no modela el IPCC” publicado en el Periódico virtual “Desde Abajo” y realizado por Daniel Tanuro. “Por tanto, el informe del Grupo de Trabajo 1 del IPCC debe leerse teniendo en cuenta que es tanto lo mejor como lo peor. Lo mejor, porque proporciona un diagnóstico riguroso del qué extraer excelentes argumentos para acusar a los gobernantes y a sus representantes políticos. Lo peor, porque siembra tanto el miedo como la impotencia… ¡de la que se benefician los pudientes, los ricos, aunque el diagnóstico les acuse! Su ideología cientificista ahoga el espíritu crítico en la avalancha de datos. Así, desvía la atención de las causas sistémicas, con dos consecuencias: 1°) la atención se centra en el «cambio de comportamiento» y en otras acciones individuales, llenas de buena voluntad pero patéticamente insuficientes; 2°) en lugar de ayudar a salvar la brecha entre la conciencia ecológica y la social, el cientificismo la mantiene.
Ecologizar lo social y socializar la ecología es la única estrategia que puede detener la catástrofe y reavivar la esperanza de una vida mejor. Una vida de cuidado de las personas y los ecosistemas, ahora y a largo plazo. Una vida sobria, alegre y con sentido. Una vida que los escenarios del IPCC nunca modelan, en la que la producción de valores de uso para la satisfacción de necesidades reales, determinadas democráticamente en el respeto a la naturaleza, sustituye a la producción de bienes para el beneficio de una minoría”.
Por su parte, así reacciona el escritor y poeta William Ospina en su columna “La gran deserción”, del periódico El espectador del pasado 8 de agosto:
“Dicen que la humanidad solo se detiene ante las evidencias. Si lo que queríamos eran pruebas, aquí están. El cambio climático no es ya una advertencia ni un peligro sino un hecho, la catástrofe está en los titulares, la época que comienza no tiene horizontes apacibles, pero de todos depende todavía que no sea peor.
“No es el fin del mundo, pero posiblemente sí es el fin de un mundo. Es probable que una manera de vivir en la Tierra esté llegando a su fin. Las generaciones que están comenzando su aventura tendrán que cambiar sus expectativas e inventar otra cosa. Ya se siente crecer ese profundo malestar de la juventud, esa certeza de que el planeta que vivieron y gozaron otras generaciones no será el suyo: aire respirable, lluvias bienhechoras, soles saludables, vientos mansos… ”
“… los Estados contemporáneos están revelando su fracaso: son inmensamente capaces de cortarles las alas a sus pueblos, de vigilar a los individuos, de reprimir a las mayorías, pero son incapaces de resistir a los poderes depredadores y a las grandes mafias que ellos mismos engendran. Son impotentes para detener el desastre, pero de ellos se encargará la naturaleza. Creo sinceramente que el capitalismo salvaje es su propio enemigo, que lo único que milita seriamente contra el modelo imperante son sus propias consecuencias. Ahora ya no podrá unirnos un modelo económico, ni una doctrina política, ni un Estado totalitario. Ahora sólo pueden unirnos grandes sueños y grandes principios. El mundo no puede ser de las multinacionales y ni siquiera de los seres humanos. La ley de la naturaleza es la única que no está a la venta.”
Por todo lo dicho es que muchos analistas prefieren denominar la situación que vivimos no como “cambio” sino como catástrofe o cataclismo climático.