CONOCÍ A GUSTAVO PETRO
Conocí a Gustavo Petro, desde ayer Presidente de Colombia, en el exilio en Europa. Era una época de enorme crisis de Derechos humanos en Colombia, el asesinato de lideres sindicales, sociales y políticos de izquierda, era pan de cada día. Fue la época del nacimiento de “amor por Medellín”, una alianza macabra de narcotraficantes y Agentes del Estado que ejecutó el genocidio de la UP.
Pues bien, muchos colombianos y colombianas tuvimos que salir del país para salvar nuestras vidas.
La Comisión de la Verdad documento en su informe final ese drama del desarraigo, el exilio que arruga el alma y al que han tenido que salir, por lo menos, un millón de colombianos.
Fue en medio de ese drama, en el que pasábamos por universidades, grupos religiosos, sindicatos, colegios, explicándoles que Colombia no era Culumbia o Colombo, que nos estaban matando por el solo hecho de ser sindicalistas o de pensar diferente, que no existía en este país maravilloso una democracia, donde logramos realizar el Encuentro: Hacia una Política Social en Colombia, evento realizado en Viena al que concurrimos unos cien exilados en diferentes países europeos y al que asistió Gustavo en 1991.
Después nos reunimos nuevamente en Bruselas, antes de que él regresara nuevamente a Colombia, para avanzar en una coordinación internacional que presionará al Gobierno Colombiano y sus Fuerzas Militares para que se respetaran los derechos humanos y se protegieran a los líderes sociales.
Un hombre con un conocimiento enorme del país y de sus problemas sociales.
Después del retorno a Colombia, opción que asumimos muy pocos por los temores propios de revivir el pasado de miedo, me lo volví a encontrar en un evento convocado por REDEPAZ en Bogotá y cuando ya tenía aspiraciones parlamentarias. La verdad en ese momento recuerdo que le dije que desde ese antro era poco lo que podría hacerse, pero él estaba convencido que podía, como lo hizo, jugar un papel muy importante.
Ayer, lloré cuando lo vi entrando a la Plaza de Bolívar en calidad de Presidente de la República. Fue una ceremonia llena de símbolos diferentes, la Plaza llena de pueblo, la espada de Bolívar, el Rey de España inclinándose para saludar, la hija de Pizarro poniendo la banda presidencial, él saludo al silletero, a la barrendera, a la vendedora ambulante, al campesino y, por supuesto el discurso de posesión en el que el tema central fue la paz y la justicia social, además de la protección del medio ambiente.
Fue un hecho histórico, lo que sucedió ayer en Colombia que tendrá que ser refrendado por una acción permanente “desde las regiones y para las regiones”.
Y es en ese marco en el que construimos la “CUMBRE DEL ORIENTE ANTIOQUEÑO”, que seguramente se realizará los primeros días de octubre, a la que seguramente asistirá el Presidente, y varios de sus ministros, y donde esperamos que el Oriente Antioqueño vuelva a proponer políticas publicas al país.
Ayer sentí nuevamente esperanza en esta Patria!