CRONICA DE UN VIAJE INCREIBLE: ESTACIÓN COCORNÁ

Aprovechando las vacaciones escolares de mis nietos, Mathias y Juana del Mar, los invite a un paseo diferente a Estación Cocorná, un sitio maravilloso donde Chava, Isabel Romero, y su familia han creado un proyecto de vida alrededor de la protección de las tortugas y hoy son modelo de protección ambiental en el país.
Salimos a eso de las 3 y 30 de la tarde de Rionegro y cogimos la Autopista Medellín-Bogotá hacia Puerto Triunfo, pasamos el Peaje de Santuario y subimos Alto Bonito para empezar a bajar hacia Cocorná donde les explique que había una propuesta de nuevo trasado de Autopista para superar los problemas de movilidad que hay en este momento por cuenta de la cantidad de carros que se movilizan hoy en la Región pero que, desafortunadamente, esa propuesta era a una sola calzada por lo cual los lideres del territorio habían expresado públicamente su desacuerdo.
A la entrada de San Francisco les conté como hace dos décadas los actores armados habían ordenado el cierre total de la Autopista mientras en el Territorio se daba una de las crisis humanitarias más graves que vivió el país. Cierre que mostró claramente la vulnerabilidad del Estado y su abandono a las comunidades de esos municipios más periféricos del Oriente Antioqueño.
Un poco más debajo de Frijoles Paisas paramos para degustar la Mazamorra que hacen de maíz pilado y que sirven con panela raspada. Un mirador a la orilla de la Autopista desde el cual se ve claramente el crecimiento de Cocorná.
Continuamos nuestro viaje observando la magnitud del bosque húmedo tropical en todo su esplendor, bosque que presta un servicio ambiental bien importante al país y al mundo con la captura de miles de toneladas de CO2, pero por lo cual muy pocos beneficios tienen esos municipios que son los más pobres de la Región.
A la entrada a San Luis subimos hasta la cascada La Cuba, una de las maravillas de que tiene San Luis, municipio que hoy tiene esperanza y trabaja, muy duro, para lograr desarrollos sociales fundamentales para su futuro.
Mathias y Juana del Mar estaban felices de ver y sentir la magnitud de la cascada.
Al pasar por Rio Claro observamos la industrialización de esa zona y la nueva fabrica de cementos. Les explique a mis nietos la impresionante riqueza que posee esa zona entre San Luis, Sonsón y Puerto Triunfo, que se puede ver a lado y lado de la autopista, con montañas y montañas de piedra caliza y mármol.
Paramos en Doradal para aprovisionarnos de agua y hacer algunas compras necesarias y continuamos.
Pasamos por la Hacienda Nápoles, otrora la joya de la corona del narcotráfico y lujosa casa de recreo de Pablo Escobar, convertida hoy en un parque temático con hoteles y atractivos turísticos muy visitados.
Al lado contrario de la entrada a Puerto Triunfo, justo después de los restaurantes donde venden un caldo de pescado increíble nos salimos de la autopista para encaminarnos hacia Estación Cocorná donde llegamos ya de nochecita.
Al llegar nos estaba esperando Chava y su familia, una mujer campesina que ha convertido la protección del medio ambiente en su forma de vida y en la forma de sustento económico para su familia.
En su casa nos tenia pecado frito, que pescan en el Rio Claro Cocorná Sur, uno de los ríos más limpios de Colombia, gracias al trabajo de Chava, Cornare y la comunidad. Comer en la casa de Chava es todo un rito maravilloso, una mesa de tablas con un tapete de hojas en las cuales sirven arroz, patacones y pescado que fritan en leña a un lado del patio y que le permite a uno sentirse muy bien.
Estación Cocorná es un pequeño poblado, con no más de unos tres mil habitantes, que fuera una de las estaciones del tren el siglo pasado y rivereño del Rio Claro Cocorná Sur que oxigena al Rio Grande de la Magdalena cuando vierte sus aguas.
Nos acostamos en un pequeño hotel, muy cómodo y con aire acondicionado, que administra Chava para los visitantes.
Al día siguiente desayuno en la casa de Chava y luego visita al Tortugario refugio en el cual por mas de diez años se protege la tortuga de rio, especie en extinción que poco a poco y gracias al trabajo apasionado de Chava y su familia hoy tienen una oportunidad para no desaparecer definitivamente. En ese santuario de la tortuga de rio tienen estanques de paso y incubadoras donde nacen cientos que son devueltas al rio en un rito espectacular que hacen los visitantes.
Luego de una experiencia de vida, casi religiosa, en el tortugario todo esta listo para salir a navegar rio arriba, para lo cual nos prepararon almuerzo en hojas.
La primera parada se hace en un banco de arena para liberar las tortuguitas que le fueron entregadas a mis nietos y mi sobrino en el tortugario. Es todo un rito que dirige el hijo de Chava y que incluye una oración de compromiso con el planeta.
Continuamos nuestro viaje por el rio observando la variedad de fauna y de flora que tienen las orillas; aves de muchas especies, micos, babillas, tortugas que hoy ya se pueden ver en las ramas y los bancos de arena en el rio, guacamayas y micos aulladores.
Y llegamos a los Chorros una enorme y maravillosa cascada a unas dos horas del caserío, hasta donde el rio es navegable y que lo deja a uno sin palabras por su hermosura y su inmensidad.
Para completar el rito es necesario limpiarse el aura en esos inmensos chorros que bajan por la cascada antes de caer al rio.
Almorzamos y ya en la tardecita volvimos al caserío con un sentimiento maravilloso de relajación y de paz.
Al día siguiente, es decir tercer día del viaje, hicimos el paseo en motorodillos por la carrilera. Es un paseo necesario y espectacular que se hace en unos planchones de madera con rodillos a los que adaptan una moto para aprovechar la carrilera del antiguo tren que recorría este país y que por miopía de la clase dirigente o por intereses personales de algún presidente dejaron perder para darle paso al transporte de camiones. Lastima grande para la movilidad y el desarrollo de Colombia.
En ese paseo se recorren caseríos y casitas a la vera de la carrilera de manera maravillosa.
Nos despedimos de Chava y su familia agradeciéndoles por esa vocación maravillosa de cuidarnos ese paraíso.
Al terminar el viaje y ya de retorno a nuestra casa le pregunte a Mathias y Juana del Mar como habían pasado y la respuesta fue inmediata: “Papito este fue el paseo más maravilloso de nuestras vidas”.
Sé que en el Oriente Antioqueño existen muchos paraísos como Estación Cocorná, que nos escondió el conflicto, que hoy se convierten en verdaderas alternativas de esparcimiento para los visitantes y en la redención de sustento para muchas comunidades que es necesario seguir visibilizando para que sean conocidas.
Por esa razón estas crónicas de viaje se harán permanentes en Oriéntese.