EDITORIAL: AYER ESTUVE EN SAN FRANCISCO
Ayer estuve en el Municipio más joven de este Territorio, hace apenas algunas semanas que cumplió treinta y ocho años como Ente Municipal y, tal vez, es el Municipio con más problemas sociales del Oriente Antioqueño. Problemas dejados por la presencia de los diferentes actores de la confrontación de este país hace apenas dos décadas, pero cuyo lastre de atraso se mantiene aún hoy en los rostros de mujeres y hombres, jóvenes, que no encuentran alternativas y muy poco futuro.
Recordé en su kiosco la soledad de sus calles en esa época, muy pocas personas se atrevían a salir al parque. Me acordé de las trincheras, bajo tierra, en las que los policías protegían su vida. Se me devolvieron las imágenes de los boquetes dejados en las calles en una de las varias tomas que sufrieron los habitantes y, claro, las veces que baje, algunas veces solo y la mayoría acompañado de la Iglesia o los Organismos Humanitarios, hasta Boquerón para que me entregaran personas «retenidas» o secuestradas, entre ellas las mujeres que le lavaban la ropa o les cocinaban a los policías.
También rememoré las primeras Fiestas del Bosque y el Retorno en las que acompañé a las comunidades, como lo he hecho por décadas en esta labor periodística de compromiso con la Región y sus habitantes, para que nuevamente se apropiaran de sus calles, para que los temores individuales se convirtieran en fortalezas colectivas, para que lo que era territorio de la guerra se convirtiera en espacio público de los pobladores y de la Región.
Era tan grande la presencia de los «Elenos» en el Municipio que tenían cementerio propio donde enterraban con honores militares a sus hombres caídos en combate. Cementerio en el que entregaron varias veces, en presencia de los Medios de Comunicación, a alcaldes y concejales «retenidos» de toda la Región.
Y también hay que decirlo, con toda claridad, que en San Francisco hubo una alianza perversa entre Agentes del Estado con las ACMM para derrotar a los «Elenos». Alianza perversa con miles de desplazados y decenas de asesinados.
Recorrí en mi mente esas vivencias y esas imágenes porque hoy en los ojos y los rostros, que otrora no lo miraban a uno de frente, se pueden percibir nuevos imaginarios diferentes al miedo, más parecida a la esperanza.
El mismo Alcalde me sorprendió cuando me dijo que ya no tendrán más un enlace de víctimas, que a partir de su posesión había nombrado una persona responsable de Paz, Convivencia y Gestión Internacional, lo que necesariamente cambia la manera como quieren que se vea a San Francisco, pero fundamentalmente la gestión que quieren adelantar para que el Municipio tenga un nuevo futuro.
Y es que en esa Paz y Convivencia que quieren construir necesitan que el Estado y el Gobierno, que los abandonó por tanto tiempo, abandono que es responsable de ese atraso de décadas que tienen en su desarrollo asuman hoy el compromiso con el futuro y hagan que la esperanza se traduzca en educación, necesitan un nuevo colegio, vías para que los campesinos puedan sacar sus productos, acompañamiento a la expansión de la frontera agrícola, fortalecimiento de la oferta turística que, por demás, permitiría al país y al mundo conocer paraísos naturales escondidos por la guerra pero que hoy podrían ser la redención económica de las comunidades.
Ayer recordé el miedo de los habitantes de San Francisco, pero también sentí la esperanza que tienen por un futuro diferentes para todos y para todas.