EDITORIAL: PLANIFICAR LA REGIÓN DEL ORIENTE ANTIOQUEÑO
El pasado viernes se presentó en la Sede de la Universidad de Antioquia, del Carmen de Viboral, el ejercicio que pretende en los próximos meses planificar el Territorio con la Fundación Metrópoli. Entidad que ha coordinado varios ejercicios de esta índole en diferentes regiones del mundo y de Colombia.
La presentación, realizada por la Fundación Metrópoli y a la cual llegaron Empresarios, Políticos, Profesores, Estudiantes, Veedores Ciudadanos, lideres sociales, Representantes de Entidades Públicas, Exalcaldes, Alcaldes electos, Organizaciones Sociales, Organizaciones de Derechos Humanos y Agremiaciones Empresariales y de Comerciantes; tiene dos elementos que quiero resaltar muy positivamente: El primero, es que será una planeación para los 23 municipios y las 4 subregiones que comprenden el Oriente Antioqueño.
Presentación que adoleció de temas sociales y políticos que son fundamentales. Además, la encuesta realizada para consultar a la Región y sus diferentes Actores Sociales, se hizo pensando en una región homogénea, lo que está lejos de ser real.
Lo segundo, es que se hará de cara al agua, el bosque húmedo tropical y el páramo, que son el potencial más valioso que tiene la Región, y no dándoles la espalda como se ha hecho por décadas.
Planificar de cara al agua y los recursos naturales del territorio es un tema muy importante y complejo, que requiere de una visión integral y participativa. El agua es un recurso natural esencial para la vida, el desarrollo y el medio ambiente, pero también es un recurso limitado y vulnerable, que se ve afectado por el cambio climático, la contaminación, la sobreexplotación y los conflictos. Por eso, es necesario gestionar el agua de forma sostenible, teniendo en cuenta las necesidades de los diferentes sectores y usuarios, así como los derechos de las generaciones presentes y futuras. La planificación de cuencas también requiere de la participación activa y coordinada de los diferentes actores involucrados, como las autoridades, las comunidades, los sectores productivos, las organizaciones sociales y ambientales, y la academia.
Esos dos elementos que resalto implican, necesariamente, una conversación colectiva, profunda y seria, en torno a la utilización del Territorio para generar ganancias muy jugosas que, muy poco, por no decir nada, han contribuido al mejor estar de las comunidades impactadas por los macroproyectos, ni de los municipios de las áreas de influencia que han tenido que padecer los problemas sociales derivados de la construcción y operación de los embalses de generación, ni de la Autopista Medellín-Bogotá, ni del Aeropuerto José María Córdova.
Se requiere una planificación de la Región del Oriente Antioqueño, de todo el Territorio; Que sea incluyente, resaltando elementos y acciones que permitan cerrar las brechas de inequidad que existen entre el centro y la periferia, la enorme diferencia en oportunidades que existen, por ejemplo, entre Rionegro y San Francisco.
Es obvio que, en este ejercicio, como en cualquiera que se de planificación territorial, habrá tensiones en torno a los intereses de los empresarios comparados con los intereses de los campesinos, de los políticos comparados con los de los ciudadanos, de los gobernantes comparados con los gobernados, de los desarrolladores comparados con los habitantes, etc., y es ahí donde radicará la importancia de una verdadera concertación, de la Juntanza que se propone, que sean escuchadas y que aparezcan reflejadas las diferentes tensiones que existen, que además son históricas, en el Oriente Antioqueño.
Y las tensiones históricas existentes se hicieron ver desde la misma presentación de la propuesta. Tensiones bien justificadas en las comunidades, pues siempre han definido nuestro desarrollo desde afuera y sin nuestra participación.
Sin embargo, descalificar de plano un ejercicio que apenas inicia puede ser un error histórico de quienes pretenden incidir en la Región, que además se exponen a seguir siendo marginales frente a las grandes decisiones que se están tomando para el futuro del territorio y sus comunidades.
Es por eso que hago un llamado a los diferentes actores sociales que trabajan en la Región; para que participemos activamente de este ejercicio de planificación territorial que marcará la ruta desde nosotros mismos de cómo queremos que sea el futuro del Oriente Antioqueño y sus 4 subregiones, y sus 23 municipios, y sus veredas y corregimientos.
Excluirse es, ni más ni menos, permitir que planifiquen, nuevamente, a espaldas de nosotros, ¡a espaldas de la Región!