EL DETONANTE DE LOS FALSOS POSITIVOS:

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La gran escala de los ataques, el número de víctimas, las semejanzas entre las denuncias de crímenes presentadas en todo el país, la planificación y organización necesarias para cometer los asesinatos y registrarlos posteriormente como bajas en combate indican que los asesinatos de ‘falsos positivos’ equivalen a un ataque sistemático y a gran escala contra la población civil” (Fiscalía de la Corte Penal Internacional, 2012, pág. párrafo 110).

Orlando Gómez Cardona, era un campesino habitante de la vereda Santa Rita del municipio de El Carmen de Viboral, tenía aproximadamente 35 años, era alto, de tez trigueña, ojos oscuros, alegre y un poco tímido, el era un hombre trabajador y por estar en el lugar equivocado le quitaron su vida.

Una guerra constante entre diferentes grupos armados marcaba los pasos que cada campesino daba, emboscadas y enfrentamientos era el pan diario que tenían que presenciar las familias de estas veredas, terrenos escondidos entre ríos y montañas eran el blanco para de diferentes grupos armados.

El miedo era constante en los campesinos, la fe y la esperanza de las personas ya se había perdido, solo quedaba esconderse debajo de las camas y hacer oraciones que medicina para calmar la intranquilidad y los nervios de esos momentos, cuando escuchaban los tiros, la personas sabían que eso significaba nuevos saldos de muertes, donde en muchas ocasiones caían campesinos inocentes de la mezquina guerra.

19 de abril 2000

En horas de la mañana Orlando Gómez salió como era de costumbre a la vereda la Víbora a recoger el mercado, se despidió de su hermana Berta, sin saber que no regresaría nunca más a ese humilde hogar, era un miércoles santo, su compañía era su yegua y una radio ruidoso, que a pesar que no se escuchaba muy bien no le podía falta, pues era su amigo fiel.

En el recorrido era normal encontrarse con personas fuertemente armadas y uniformadas, en esa época, esa era la imagen icónica, “uno nunca sabía de qué grupos eran, si eran paracos o guerrilleros, lo que si sabía uno es que no podía dar un paso en falso con ellos, pues no se les daba nada dispararles a las personas sin justificación alguna” es lo que manifiesta Nolberto Gómez, hermano de Orlando.

Orlando se encontró con otras personas que también se dirían al lugar para donde él iba, todos en sus caballos y yeguas iban a recoger los mercados, cuando llegaron al lugar se encontraron con dos hombres armados, pero ellos no les dieron importancia ya que era normal ver a estas personas.

Ellos iniciaron a cargar sus caballos y yeguas para retornar nuevamente a casa, es en ese momento cuando se encuentran emboscados por el ejército nacional, los caballos y yeguas salen a correr desesperadamente por los potreros y montañas de esos lugares, mientras que sus dueños yacían tirados en el piso, el saldo total fueron cuatro personas, entre ellas Orlando Gómez.

“Nosotros si escuchábamos pasar el helicóptero muy bajito y rondando mucho, pero no se les prestó mucha atención” comenta Nolberto.

La espera en la casa de Orlando se hacía larga, llegó la noche y él nada que regresaba, la familia suponía que se había quedado en la Víbora tomándose unas cervezas, nunca se llegaron a imaginar que su hermano ya no vivía.

La zozobra en los hermanos de Orlando estaba latente, salieron a buscarlo, pero no lo encontraron, solo apareció su yegua en un potrero aún con la montura, estaba desorientada, los nervios se apoderaron de ellos, pues “sabíamos que algo estaba pasando, sabíamos que Orlando nunca desamparaba a su yegua”.

Horas después, familiares de Orlando en un radio ruidoso escucharon en las noticias, que en la vereda La Víbora le habían dado de baja a cuatro guerrilleros y minutos después, llegaron a su casa a dar la noticia de que a Orlando lo habían matado.

Sí, a tres campesinos que mataron los hicieron pasar por guerrilleros junto con el otro que mataron, que sí hacía parte de estos grupos armados.

La modalidad de los falsos positivos, una ejecución ilegal de unos civiles manipuladas por las fuerzas públicas haciéndolos parecer como bajas legítimas de guerrilleros hechas en combate.

EN LA BÚSQUEDA

Nolberto el hermano menor, se dirige al municipio de Rionegro a buscar el cuerpo de su hermano, él sin conocer mucho este municipio se las arregla para dar con el lugar en el que posiblemente este el cuerpo de Orlando.

Él Llega a la morgue para hacer el reconocimiento del cuerpo, ya habían pasado 5 días desde que habían asesinado a su hermano, “entrar a ese lugar fue muy horrible, ver tantos cuerpos, a él lo tenían en una cava de arriba y yo no alcazaba a verlo, me dijeron que tenía que estar seguro si sí era él, entonces yo dije que no lo veía bien, me dijeron que tenía que esperar entonces que ya a l día siguiente a él lo bajaban y hay sí podía verlo mejor”.

Al día siguiente, Nolberto volvió a entrar a ese frío y espeluznante lugar, con la esperanza aún de que su hermano no fuera esa persona, lastimosamente su deseo no se cumplió, y sí, ese era Orlando. Ese mismo día entregaron el cuerpo.

A Orlando se le realizaron las exequias en Mesopotamia, corregimiento de La Unión, el último adiós que sus familiares le dieron a Orlando fue con el ataúd sellado.

“Fue un momento muy duro, saber que ni siquiera lo podíamos ver porque el ataúd estaba sellado y el cuerpo estaba en bolsas” menciona Luz Mary, hermana de Orlando.

Lo único que le quedó a la familia fue el recuerdo de quién fue Orlando Gómez, una persona que como a muchas de este país la guerra le quitó la vida.

La familia luchó para que él fuera reconocido como un falso positivo, pero como es normal con el gobierno de Colombia nunca hace nada.

En el marco del Conflicto Armado colombiano, los falsos positivos se han venido presentando desde la décadas de los años noventa, pero de acuerdo con publicaciones de investigaciones universitarias, tales como “Política de Seguridad Democrática y las Ejecuciones Extrajudiciales (Cárdenas Ernesto, Villa, Edgar) y “Guerra, Mentira y Política: Los Casos de “Falsos Positivos” en el Contexto Colombiano” (López Rincón José Hilario), se comenzaron a exacerbar e incrementar inusitadamente durante los años de mandato del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, entre 2002 a 2010, como respuesta a la denominada Política de Seguridad Democrática, donde tras la obtención de incentivos monetarios, se mostraban como resultados militares de su lucha armada contra la guerrilla a cadáveres de personas inocentes que hacían pasar como guerrilleros dados de baja o delincuentes.

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