La academia frente al Informe Final de la Comisión de la Verdad

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El informe de la Comisión de la Verdad contiene verdades incómodas que deben ser escuchadas para construir desde la diferencia, acabar con la impunidad y sanar esas heridas profundas que ha dejado el conflicto, dijo Francisco de Roux presidente de la Comisión.

Un poco más de 50 años de guerra en Colombia dejaron un crudo legado de sangre y horror. Las personas del común fueron sus principales víctimas, el narcotráfico, su principal combustible y el modelo de seguridad ineficaz para combatirlo, son unas de las principales conclusiones a las que llegó la Comisión de la Verdad después de casi 4 años de trabajo.

Su contenido habla de lo que fue la violencia en el país entre 1958 y 2016, no con el objetivo de contar la historia de Colombia, sino “la entrada a una conversación sin miedo, sobre la nación que somos y el Estado que hemos venido construyendo”, como lo ha explicado el presidente de la comisión.

Adolfo Maya, periodista y profesor universitario, manifestó que, “yo creo que el informe es un referente que rompe con los tradicionales informes sobre las situaciones políticas o las condiciones de derechos humanos en nuestro país, y yo creo que es un informe diferencial por su contenido, por las metodologías, pero sobre todo y fundamentalmente por la polifonía de voces que incluye, es decir, es son voces de tradicionales excluidos que han sido las víctimas, pero también tuvo el cuidado, y no sólo por la elaboración técnica, sino el cuidado del escucha, también de los victimarios. Es decir, allí hay una convergencia de voces, de testimonios. Es un esfuerzo, un esfuerzo que no tiene par en la historia del país. Por lo tanto, considero y le doy el valor máximo que tiene ese informe, porque es hacer una lectura de la historia particularmente vivida que hemos tenido, pero sobre todo la capacidad de ofertar una serie de recomendaciones que sean capaces de generar transformaciones en la cultura política, en la percepción de la nación, en la concepción de vivir juntos”.

Por su parte, Juan Gonzalo Betancur, periodista y profesor universitario, explicó que,  “ yo creo que ahora el papel que toca jugar frente a la verdad, la memoria, corresponde a cada uno de los ciudadanos. Yo con mis estudiantes de comunicación hice el ejercicio de  ver lo que hay ahí y nos están contando la verdad de la guerra, del conflicto, de distinta manera en documentales, en cómics, en programas de radio, hasta radionovelas”.

Maya, también señaló que condiciones de la verdad han existido en todos los sitios que quieren reconstruir convivencia, así que países que han pasado por el conflicto necesariamente tienen que hacer un alto y mirar qué pasó para que no se repita, “la Comisión de la Verdad tiene un propósito fundamental, es de no olvidar, de reconocernos en las amarguras, así como en las fiestas, reconocernos en el holgorio, pero también en la tragedia”.

El legado y la entrega del Informe Final que la Comisión presentó a Colombia, viene siendo una vía para que la academia, las organizaciones sociales de diversa índole, la ciudadanía en general y muy especialmente los decisores, conviertan en agenda propia las reflexiones y recomendaciones que entrega la Comisión, para que se mantengan vivos los procesos de convivencia y reconocimiento que se han posicionado y fortalecido durante los tres años de mandato.

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