Piedras contra Fusiles

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Cuando un gobierno ofrece como salida al descontento ciudadano botas y fusiles en vez de diálogo y soluciones, su debilidad se hace manifiesta y se empiezan a vulnerar los más elementales derechos humanos.


Sería insensible escribir sobre algo diferente al acontecer nacional en este momento, lo que ha sucedido en las ultimas dos semanas en este país es, sin lugar a dudas, épica del descontento social generalizado frente a unas políticas públicas que privilegia a los que más tienen, empobreciendo al resto de la población y dejándolos sin oportunidades de vida.
Descontento que se ha hecho marcha, canción, grito y barricada en todos los rincones de la geografía nacional y en las grandes ciudades del mundo, para hacer realidad esa frase que dice que: “La solidaridad es la ternura de los pueblos”.


Y, como era de esperarse de este gobierno, y de su partido en el poder, frente al rechazo ciudadano apelo a la estrategia del odio, esa que lo ha mantenido en el gobierno las últimas dos décadas. Según reportes de organizaciones internacionales de derechos humanos hasta el día de hoy hay mil veinte tres detenidos, novecientos ochenta desaparecidos, 43 asesinatos, y mil trecientos treinta heridos. Y digo que son reportes de entidades internacionales que monitorean la situación en Colombia, porque los Entes de Control de este país no tienen hoy ninguna credibilidad, son todos ellos, Fiscalía, Defensoría y Procuraduría, nombrados o del mismo partido que esta en el gobierno.


Incluso se viene discutiendo, en espacios muy cerrados, en la posibilidad de un golpe de estado para salvaguardar las instituciones.


Los ojos del mundo, como lo expresó en carta abierta el Juez Baltazar Garzón, el mismo que llevo a juicio al General Pinochet, están hoy puestos en Colombia y en las atrocidades que están cometiendo las fuerzas estatales que, como lo hemos visto en infinidad de videos en las redes sociales, han salido a las calles de civil y están masacrando a los jóvenes que están en las calles expresando su rabia con “un Estado inconstitucional” que ya no aguantan más.


Por otra parte, varios políticos y partidos oportunistas se vienen reuniendo con el Presidente, asumiendo la vocería de un movimiento que no se las ha otorgado, quedó muy mal la mal llamada coalición de la esperanza esta semana con sus declaraciones, sobretodo las del imputado Sergio Fajardo, a la salida del Palacio de Nariño, haciendo propuestas absolutamente alejadas de lo que la gente está gritando, a costa de su vida, en las calles de este país.


Hoy tenemos en las calles una ciudadanía activa, consciente de los problemas locales, regionales y nacionales, beligerante en sus peticiones, que se representa así misma y que no claudicara frente al odio.
Y tenemos una comunidad internacional incomoda y preocupada, muy pendiente de lo que acontece en Colombia.


Y la solución, sin ninguna duda, es que el gobierno reconozca los graves problemas que ha causado y las necesidades de la población, que termine su arrogancia y le de el papel de sujetos a quienes en las calles han hecho de la protesta un ejercicio ciudadano legitimo para buscar los cambios estructurales urgentes que se requieren como salida a la crisis.
Quitarle un poco a los pocos que se han enriquecido en los últimos veinte años, para realizar programas de transformación social en los territorios, sería un buen comienzo.

Por supuesto que acabar con esa corrupción que le cuesta al país cincuenta billones al año, dos reformas tributarias y media, seria una muy buena solución.


Nada justifica responder con balas a las piedras lanzadas por quienes ya no aguantan más.

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