Un lugar que representaba los horrores de la guerra en San Carlos, se transformó en el Centro de Acercamiento para la Atención y la Reparación.
Quien iba a pensar que el mejor hotel que tenía San Carlos en su momento, llamado El Punchiná, ubicado a pocas cuadras del parque principal del municipio se iba a convertir en la casita del terror.
Finalizando los noventa, los tres pisos del prestigioso Punchiná se convirtieron en centro de operaciones del cuartel general de los paramilitares del Bloque Metro comandados por alias ‘Doble Cero’.
Edificio que, según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, “sirvió como lugar de ajusticiamiento, torturas, violaciones, asesinatos y desapariciones (…) Allí se entrenaba y se impartían las órdenes; se citaba a la población y a los funcionarios públicos a rendir cuentas; se torturaba, asesinaba y se desaparecían los cuerpos de personas retenidas y señaladas como colaboradoras de la guerrilla”.
En la casita del terror, hoy funciona el Centro de Acercamiento para la Atención y la Reparación (Care) “decidimos convertirlo en un centro de memoria colectiva, desde las historias individuales, la atención y la contribución de rutas de víctimas para la satisfacción plena del restablecimiento de sus derechos” afirma Pastora Mira, fundadora del Care.
Lo que se ha hecho con este lugar es derrumbarlo, no desde su infraestructura sino de lo que en algún momento fue y significó; el Care consta de 5 salas, en la primera se encuentra con el pasado reciente del conflicto, la segunda el pasado antiguo de los ancestros, la tercera el restablecimiento, la cuarta los recursos y conexión y la quinta es el recordar permanente de los derechos humanos.
“Nuestra función es que se conozca y reconozca lo que aquí pasó para que las nuevas generaciones tengan elementos de fondo, para que esto no se repita y se pueda transformar la forma de relacionarnos y haya una mejor convivencia”, asegura Pastora Mira.
Se cuenta para que la historia se conozca y reconozca y no se repita, se hacen rituales con todos los elementos de la naturaleza para sanar y perdonar.
Los enfrentamientos entre todos los actores de la guerra expulsaron más del 70% de sus habitantes. Unas 20.000 personas huyeron entre 1998 y 2005, los años más duros del conflicto en el municipio y sus corregimientos.
En el oriente antioqueño, la comunidad ha sido protagonista no solo de la guerra, sino de procesos de resistencia. Hoy, la casa del terror es el Care. En Granada está el Salón del Nunca Más. Las víctimas se han apropiado de espacios y procesos de transformación social y construcción de paz y convivencia.