Una Segunda Oportunidad

Jorge Mejía
Autor del libro «Crónicas de un Bandido»
Después de un largo tiempo en la ilegalidad, primero como víctima del conflicto, luego como actor del mismo y de haber trasegado un largo peregrinaje de sin sabores en una actividad odiada por la gran mayoría de la población y envidiada por algunos que se encuentran en situaciones miserables de vida, en lo económico, en lo sicológico o en lo espiritual porque la miseria es la ausencia absoluta de algo, en muchos casos se juntan todas las miserias; después de tantos devenires donde se siente el cansancio, donde se amplía el vacío, donde los placeres no producen gozo sino hastío y frustración, continúa uno ejerciendo la vida por inercia, sin sentido, sin rumbo y se dedica uno a sobrevivir, en ese momento entiende uno que el camino que tomó no lo lleva a ningún lado, que ese no era el curso y que se vive porque hay que vivir.
Mi libertad comenzó el día de mi captura
Una fría madrugada de febrero ingresan a mi domicilio varios integrantes del Grupo de Operaciones Especiales de la policía con miembros de la DIJIN y me dan captura, en ese momento pensé aterrado que todo había acabado y a medida que transcurría el día y me notificaban la captura de varios compañeros, me ratificaban que era cierto, todo había acabado, la angustia de no saber que seguía y como iba a ser lo que venía, de no tener el control de la situación como por años lo tuve, me estaban carcomiendo la mente, esa angustia no me permitía ver que llevaba 16 horas sin tomar decisiones, sin recibir ni enviar mensajes, sin dar órdenes, sin adquirir compromisos, sin mandar a comprar, sin ejercer poder. En ese momento en que caigo en cuenta de la situación, sentí como si alguien me hubiera quitado un morral de la espalda, ese era el peso de la responsabilidad. Ahora era el tiempo de volver a pensar en mí, mis nuevas preocupaciones eran cómo me iba a instalar en prisión, cómo sobrevivir allí y cómo iba a estar mi familia.
Pasar por cerca de tres años por tres cárceles distintas con diferentes tipos de dramas, sometido por algunos guardianes corruptos, respetado por guardianes reales que entienden que allí hay una oportunidad de cambiar de rumbo, obligado a pelear por mis cosas, sujeto a comer los peores alimentos, producto de una larga línea de corrupción en la contratación y la ejecución de alimentos, con productos tan podridos que los gusanos superaban en tamaño una hilera de 5 granos de arroz, un atún rayado bañado en aceite que sólo sabía a óxido, sin acceso al sistema de salud, a recreación, a cultura, a un ambiente productivo, me obligó a pensar que no cabía en ninguna de las dos vidas, ni en la de placeres y excesos banales que me habían cansado en la calle ni a ésta de escases y martirios producto lo que había hecho también en la calle, pues lo mal que se vive en la cárcel es, en la mayoría de los casos, producto de lo que uno hace en la calle, un guardián del INPEC no te va a buscar a la casa para llevarte a prisión, pero si obras contrario a la ley, tarde o temprano caerás en su jungla y sabrás de que se trata ser la rata en medio de depredadores.
Es allí en medio de la cloaca social donde decido contar la historia de lo que se vive en forma de Prevención, procurando contar la relación de costo beneficio que nos lleva a evaluar si vale la pena llegar a prisión, si vale la pena detrás de un peso, sobrevivir en un sistema sádico y corrupto , exponiendo los casos de varios internos por diferentes delitos y su vida, sus sentires y sus moralejas personales, de paso tejiendo la mía con la promesa personal de buscar una segunda oportunidad para un buen vivir, sin dañar a nadie y sin buscar un lucro veloz por cuenta de otros, desde ese momento he sido fiel a mi compromiso con la sociedad, con mi familia y conmigo mismo, nunca fue fácil ver el ingreso del domingo de mi esposa cansada de una fila desde la madrugada, indignada por los tocamientos en la requisa, humillada por las cosas que le dicen y hacen sentir para compartir conmigo 3 o 4 horas, de mi madre con sus dolores físicos luego de esperar tantas horas de pie para poderme ver y regalarme una oración, de mis hijos, humillados y manoseados en las requisas y mirándome con amor y con el deseo de una explicación de por qué el hombre que les deba dar ejemplo de vida, es un reo.
Ese gran hombre al que no le podían mirar la mujer, que le daba gusto a la madre y que decía hacer tantas cosas por la familia, terminó siendo el torturador de su esposa, madre e hijos al llevarlos a pasar esos suplicios para visitarlos y esa gran exclusión social al darse cuenta sus vecinos, amigos y compañeros que ese gran hombre era un Delincuente. Esa sociedad que no perdona, que exige, juzga y castiga hacía que mi familia pasara un peor cañazo del que yo llevaba en prisión.
A esa sociedad, a esa gente de bien le quiero contar que yo logré un cambio importante, de 180 grados y que puedo demostrar que soy ejemplar en la convivencia, en mi estilo de vida, en mi relación con Dios y que ayudo a la comunidad, tal vez, mucho más de lo que hacen muchos que se sienten impolutos y que no han infringido la norma, no lo digo en forma peyorativa ni de competencia, lo digo para que sepan que los seres humanos podemos cambiar cuando la sociedad apoya, cuando la sociedad te mira como igual, cuando te brinda la oportunidad como lo hicieron conmigo y en eso agradezco al ramos de producción donde me muevo que me abrió las puertas y me permitieron desarrollar mi proyecto de vida, de bajos ingresos económicos pero de buen tiempo para compartir con mi familia, sin zozobra, sin angustias de seguridad, donde mis hijos todos los días al ver mi rostro y al acompañarme en mis actividades, aprenden a ser buenos ciudadanos. Muchos de los que han estado en prisión conmigo han salido con el mismo deseo, con la misma intención, pero no han contado con la fortuna que yo conté y ahora están sometidos por la maldad, resentidos con quienes no creyeron en que pudieran cambiar y algunos, incluso se encuentran de nuevo en prisión. Con una oportunidad puedes salvar muchas vidas, le das el apoyo, restauras en él y él en su familia y se evitan las futuras víctimas que en la reincidencia podría tener, te invito a dar una nueva oportunidad.