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Acueducto de Cascajo: 50 Años de Historia y Lucha por el Agua en Marinilla

El futuro del Valle de San Nicolás se encuentra en un momento crucial, con la propuesta de un área metropolitana que ha generado una gran preocupación. En el centro de este debate, la historia del Acueducto de Cascajo en Marinilla, Antioquia, emerge como un poderoso ejemplo de gobernanza comunitaria y defensa del territorio. Con 50…

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El futuro del Valle de San Nicolás se encuentra en un momento crucial, con la propuesta de un área metropolitana que ha generado una gran preocupación. En el centro de este debate, la historia del Acueducto de Cascajo en Marinilla, Antioquia, emerge como un poderoso ejemplo de gobernanza comunitaria y defensa del territorio. Con 50 años de trayectoria, esta organización no es solo una proveedora de agua, sino el corazón de un tejido social que ha resistido la prueba del tiempo y se ha convertido en un referente internacional.

Lucía Galvis, Coordinadora General del acueducto , comparte en una entrevista los orígenes y desafíos de esta organización. El acueducto nació en la década de los 70 por iniciativa de unos líderes comunitarios, como Doña Socorro Posada y el doctor Hernando Orozco, con el objetivo de llevar agua a las casas y mejorar la calidad de vida de la comunidad. Lo que comenzó como un proyecto para aproximadamente 180 familias, hoy sirve a unas 1,800, demostrando que la gestión comunitaria es una alternativa viable y sostenible.

A diferencia de las empresas con fines de lucro, el Acueducto de Cascajo es una entidad sin ánimo de lucro. Su filosofía es reinvertir sus excedentes en la comunidad, lo que ha permitido mejorar la infraestructura con proyectos como la reposición de redes y la protección de fuentes hídricas a través de la restauración de 3,000 metros. Este enfoque ha permitido que el acueducto se convierta en un ejemplo de la lucha contra la privatización del agua.

El acueducto es parte del movimiento internacional de Comunidades Azules, que promueve el agua como un bien común y se opone al agua embotellada y los plásticos de un solo uso. La experiencia de Cascajo resalta la importancia de la autonomía local frente a propuestas como la del área metropolitana, que podrían poner en riesgo la gobernanza del agua y el tejido social construido a lo largo de décadas. La propuesta de aumentar la población a 2.5 millones de habitantes y urbanizar una franja de 80 kilómetros plantea un desafío inmenso para la infraestructura actual y la disponibilidad del agua, un recurso que es finito si no se protege.

Como bien dice doña Lucía: «la plata no se come, el dinero no es comida, el agua es la vida y se van a tapar los humedales y van a destruir los bosques de donde va a salir el agua». Esta frase encapsula la esencia de un debate que trasciende lo económico para centrarse en la sostenibilidad, la autonomía y la preservación de los recursos naturales. La entrevista es un llamado a la acción para todos los ciudadanos a defender el agua, el ambiente y el tejido social que se ha construido con décadas de esfuerzo colectivo. Por eso, la invitación es a votar

No al AMO el 9 de noviembre, como un acto de defensa a la vida, el agua y el futuro de la región.

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