El futuro del Oriente Antioqueño está en juego. La propuesta de crear un Área Metropolitana ha encendido las alarmas en la base social del territorio, especialmente entre los líderes comunales, quienes ven en este proyecto una amenaza directa a su autonomía y a la esencia rural de sus municipios.
En una reciente entrevista en el espacio «Maratón de Voces Ciudadanas», Juan Pablo Gómez, presidente de AsoComunal del Carmen de Viboral, expuso los motivos por los cuales las Acciones Comunales le dicen un rotundo NO a la consulta popular que se avecina. Sus argumentos trascienden la política y se centran en la defensa del territorio, la gobernanza del agua y el futuro de la seguridad alimentaria regional.

Las Acciones Comunales: La primera línea de defensa
Juan Pablo Gómez, sociólogo y líder con décadas de trabajo en la región, comienza recordando el valor incalculable de las Juntas de Acción Comunal (JAC). Para él, las JAC son la organización más importante en todos los municipios de Colombia, con presencia en cada rincón, incluyendo los territorios marginales y lejanos de la cabecera municipal.
- Su importancia histórica es innegable: incluso durante la época del conflicto armado, cuando los grupos armados (guerrilla y paramilitares) asediaban la zona, las JAC fueron lo único que jamás dejó de funcionar.
- Los comunales fueron capaces de enfrentar a los grupos armados simplemente expresando su deseo de paz, sin disparar un solo tiro.
- Hoy, su labor es esencial para construir tejido social y son el reflejo del Estado en los territorios más escondidos.
Por su historia, su vivencia y su concepto de territorio, los comunales del Carmen de Viboral, Marinilla, La Unión, San Vicente Ferrer y Guarne ya han expresado su rechazo al Área Metropolitana.
La amenaza real: Perder la autonomía y el poder de planeación
El argumento más delicado y preocupante para Juan Pablo Gómez es la pérdida de autonomía territorial. La Ley 1625, que rige las áreas metropolitanas, permite que los hechos metropolitanos estén por encima de las decisiones de los concejos y alcaldes.
Según Gómez, la creación del Área Metropolitana implica que la planeación del futuro de los municipios dejaría de ser propia para convertirse en una planeación externa.
- Desaparición de oficinas de planeación: La propuesta leonina busca reducir al máximo las oficinas de planeación de los municipios para que sea la nueva entidad metropolitana la que dirija el territorio. Las oficinas locales pasarían a ser meras figuras administrativas sin el poder que tienen actualmente.
- Poder de veto: Se teme que un solo municipio, posiblemente Rionegro (el que tendrá poder de veto, nombra al director y además tiene la posibilidad), controle la dirección del Área Metropolitana. Ya suena el nombre de Rubén Darío Quintero para dirigirla.
- El caso de MASORA: Gómez critica que una institución como MASORA, creada para planear el desarrollo del territorio, ahora esté de acuerdo con fuerzas políticas que buscan apoderarse de procesos ya trabajados. Para él, MASORA se ha convertido en un «contra madero» (contratadero) por donde se fugan miles de millones de pesos.
El Carmen de Viboral: Un territorio en riesgo
La propuesta de ampliar el área urbanizable en 80 kilómetros y aumentar la población a 2.5 millones de habitantes significa una bomba de tiempo para municipios como El Carmen de Viboral.
- Sobrecarga poblacional: Si los 2 millones de habitantes adicionales se reparten entre los municipios, El Carmen de Viboral (con menos de 40.000 habitantes en su cabecera) podría recibir al menos 200.000 nuevos habitantes. Esto es cinco o seis veces su población actual.
- Colapso de servicios públicos: La pregunta central es: ¿Somos capaces de atender a esta población externa con los servicios públicos domiciliarios?. El temor es latente, especialmente por el riesgo de que la Cimarrona ESP (la empresa de servicios públicos del Carmen) desaparezca o sea mal manejada, siguiendo el ejemplo de lo ocurrido con Aguas del Retiro y Aguas de Rionegro.
- Fin de la producción agrícola: La frontera agrícola ha sido corrida, y el territorio que antes abastecía de alimentos a la costa y a Medellín hoy ya no produce ni siquiera para sí mismo. Esto se debe a la expansión de las floristerías y, sobre todo, a las fincas de veraneo.
Un futuro de «cemento» y sin identidad
El líder comunal advierte que la propuesta metropolitana ve a El Carmen como el espacio para el desarrollo de grandes proyectos urbanísticos, específicamente para la vivienda de interés social del Oriente Antioqueño.
- Desarrollo para foráneos: En los últimos diez años, se han construido entre 3.000 y 3.500 viviendas en El Carmen, de las cuales menos de 500 son ocupadas por carmelitanos. El desarrollo urbano es necesario, dice Gómez, pero solo si la población del municipio se beneficia de él.
- Pérdida de paisaje y arraigo: Las fincas de veraneo ya han transformado el paisaje en zonas como el Polígono La Sierra (Carmen, Rionegro, San Antonio), donde hoy no se encuentra producción agrícola. Al venir la «selva de cemento» proyectada, los nuevos habitantes no tendrán arraigo, historia ni recuerdo del territorio, generando un conflicto de convivencia.
Este riesgo ha unido incluso a sectores que podrían parecer opuestos: los colectivos de la gobernanza del agua también le han dicho NO al Área Metropolitana, temiendo por sus acueductos veredales. Incluso los floricultores están en riesgo, pues la urbanización masiva no dejaría espacio para su actividad empresarial.

El llamado final: Defender la «Patria Chica»
Juan Pablo Gómez hace un llamado vehemente a toda la población del Oriente Antioqueño, y especialmente a los carmelitanos, a salir a votar el 9 de noviembre en la consulta popular.
- Votar NO es un acto de democracia y la única forma de defender la autonomía territorial.
- Gómez reitera que la autonomía es como la patria chica, y nadie debe venderla.
«Nosotros perdemos todo al perder nuestra autonomía territorial, perdemos nuestra patria chica y el que desperdicia su patria chica, pues desperdicia a su madre. Y el que desperdicia a su madre es un desgraciado».
El mensaje es claro: la decisión del 9 de noviembre no es sobre crecimiento, sino sobre la identidad y el control del futuro de la región. El Oriente está llamado a unirse para evitar que «se vuelva uno de unos poquitos».