¿Organización social en el oriente antioqueño?

Los retos para el cambio no dan espera…..
Si bien se conoce al Oriente Antioqueño, como una región que goza de fama de poseer una nutrida, buena y efectiva organización social, esta se remonta hasta el siglo pasado, con los inicios de las acciones comunales, la defensa civil, las ligas de usuarios y las asociaciones de usuarios campesinos.
De igual manera el tema de trabajar en grupo, fue impulsado desde las capacitaciones brindadas por radio Sutatenza con el Padre Sabogal que animaba a los convites y romerías para arreglar o hacer escuelas, la fundación de cooperativas con nombres de obispos, santos o párrocos de origen católico, apoyadas, impulsadas y lideradas desde la naciente Diócesis Sonsòn-Rionegro, como salida a lo planteado desde la década del 60 por algunos curas y feligreses comprometidos con los mas pobres y como estrategia para evitar el avance de las ideas sociales de la iglesia o denominada “teología de la liberación”.
De igual manera el atropello e invasión, sufrido por los habitantes del territorio a raíz de la toma de diversos lugares para instalar la infraestructura necesaria para el desarrollo industrial del Valle de aburra y de Colombia, como los embalses y con ello las hidroeléctricas, el aeropuerto, la autopista Medellín-Bogotá, la zona franca y todo el translado de la industria a la región, hicieron que las comunidades agredidas, vulneradas y pisoteadas en sus derechos, se organizaran en asambleas comunitarias o populares y dieran origen a uno de los estallidos sociales mas fuertes, autónomos y reivindicativos de Colombia: “El Movimiento Cívico de Oriente”, que bajo el liderazgo del cofundador de la Universidad Autónoma Latinoamericana-UNAULA, abogado Ramon Emilio Arcila, inició la reclamación justa de reconocimiento de derechos, cobros justos en tarifas de los servicios públicos y compensación y reparación social y económica por los daños a la población y al territorio. Todo ello generó persecución, seguimiento y violaciones a los derechos fundamentales de los líderes por parte de las fuerzas del estado y en muchos casos la muerte, tortura y exilio de los dirigentes, para luego dar paso, con el apoyo de políticos de oriente, a una entidad autónoma que promoviera, juntara y construyera la región y de la que se esperaba que ordenara, planeara y desarrollara el territorio de manera integral.
La acción comunal se puede considerar como la organización social mas importante en el Oriente, originada en los años 50, que si bien se impulsó con el respaldo de la iglesia, los municipios y la participación de los habitantes de veredas y barrios, han terminado siendo cooptadas por los partidos políticos de siempre, los lideres tradicionales y el acallamiento con la contratación de pequeñas obras por parte de alcaldes, que van otorgando contratos de acuerdo con la afiliación y apoyo que le hayan brindado a los elegidos. Se hicieron caminos, escuelas, placas polideportivas, acueductos y todo un sinnúmero de infraestructura comunitaria, pero se olvidaron de la asociatividad para la producción, la construcción del tejido social y la generación de riqueza comunitaria. El departamento y otras entidades, han establecido pequeños y marginales programas para impulsar la organización social, con escasos recursos que no le dan sostenibilidad ni continuidad a las propuestas y que solo trascienden escasamente a las juntas directivas.
Se hicieron ajustes a las leyes nacionales con el objeto de tener un “régimen especial” para estas formas de organización, herramientas que no se han aprovechado por falta de conocimiento, ausencia de nuevos liderazgos, voluntad de alcaldes y gobernadores y muy poco apoyo a nivel nacional, razón que ha llevado en el tiempo a considerar las Asocomunales como “los tapa huecos del estado”.
Igualmente se siguieron fortaleciendo de manera individual, ligas y asociaciones de usuarios, padres de familia, productores y las cooperativas financieras, ultimas estas que en el oriente tienen una gran connotación e importancia, toda vez que hacen parte de la vida económica, mueven gruesos recursos financieros y entregan algunos servicios a los socios y habitantes del territorio, pero que en la realidad se han convertido solo en competidores de bancos y contrincantes entre ellas mismas, pues no se han apropiado ni aprovechado las inmensas ventajas, gabelas y regímenes especiales que tienen las empresas y el modelo de la economía solidaria.
Ante los altísimos déficits de vivienda social, surgieron las asociaciones de viviendistas, las organizaciones de transportadores, los acueductos comunitarios y la incursión de ciudadanía organizada en la Planeación y el Presupuesto participativo mediante las asambleas constituyentes municipales, regionales y asambleas populares o comunitarias que aún hoy siguen a pesar de no ser tenidas en cuenta por las administraciones municipales.
Si bien se cuenta con un sin número de organizaciones de todo tipo y existen desde los defensores de la naturaleza, la ecología, los animales, los derechos humanos, la paz, las minorías étnicas y sexuales y la reivindicación de la defensa y priorización de las víctimas del infame conflicto social y armado, es cierto que no hay una verdadera consolidación de impacto estratégico en el trabajo de las organizaciones sociales, lo que hace que sea una labor de activismo desgastante e improductivo, de poco impacto y solo obedezca a convocatorias de consulta u opinión cuando se hace, pero que no toma decisiones.
Lo anterior y en perspectiva de encontrar para el Oriente una Tercera vía del desarrollo y la democracia, nos lleva a que es necesario un total replanteamiento del trabajo, acción, intensión y que hacer de las organizaciones sociales, en los ejes del ser, tener y ejercer poder político, social, económico y territorial, para generar un verdadero impacto en el territorio y crear condiciones de vida digna, fortalecer y dinamizar la participación y velar por un permanente interés e intención de trabajo en pro del bien común, razón de ser y sueño de una comunidad organizada.
Se hace importante, emprender un proceso de largo aliento que tenga estrategias, acciones, trabajo comunitario, esquemas económicos que financien la conformación de empresas, para lo cual se deben constituir fondos de inversiones y ahorros, adopción de políticas públicas locales, regionales y nacionales de Incentivos para producir asociativamente.
Nos queda entonces el inmenso reto de la reorganización, constitución de redes, renovación del liderazgo con gente e ideas jóvenes, elaboración concertada de un Plan estratégico, reeducación, cultura organizacional, ciudadana y solidaria, participación política, para incidir en ser alternativa de poder, fortaleciendo la democracia, constituyendo veedurías ciudadanas y exigiendo rendición publica de cuentas a los presupuestos públicos.
Sera ineludible una gran alianza contra la corrupción pública, privada y comunitaria y la indispensable elección de buenos gobiernos.
¿Cuando empezamos?