SE VENDEN ENCUESTAS; ¿CÓMO LAS NECESITA?

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En las últimas semanas ha habido una proliferación de encuestas de opinión, hechas a la medida, que dejan mucho que pensar de una herramienta que debería ser útil para medir las preferencias y opiniones de los ciudadanos sobre los candidatos, partidos y temas políticos.

La hay para todos los gustos y de todos los colores, usadas en los perfiles de los candidatos y sus áulicos, y replicadas por los Medios Prepagos, para captar la atención de una gran mayoría de personas que no ahondan en la calidad, ni la confiabilidad, ni la metodología, ni el diseño de las muestras, ni en el margen de error, ni en la financiación. Solo se fijan en los porcentajes que se publican para afianzar un espejismo.

Lo que es usado por los políticos inescrupulosos para tratar de orientar el voto a su favor mostrándose como el de más alta favorabilidad en la opinión pública.

Y claro, la Ley es permisiva frente a estas encuestadoras, muchas de ellas creadas y legalizadas por esos mismos políticos que las usan en sus campañas y para darle una que otra manito a sus amigos candidatos del orden departamental y municipal que lo requieren.

En Colombia, las encuestadoras no tienen que ofrecer los microdatos de los barómetros de las encuestas y hacen lo que les da la gana. Esto en el caso de las más reconocidas, ahora bien, las de papel, llevan sus predicciones al borde de lo ilegal.

Las encuestas condicionan y minimizan el debate público y la formación de opinión crítica de los electores al reducir el evento democrático de elegir y ser elegido a cifras sin propuestas concretas a las realidades, sin permitir poner la lupa en las hojas de vida de los candidatos, sin explorar sus antecedentes.

No se entiende como alguien que escasamente fue alcalde de una ciudad intermedia, no de las más importantes del país, sin haber ostentado un cargo importante que lo visibilizara y dejara recordación en la ciudadanía, con múltiples procesos fiscales, disciplinarios y penales, lo hagan aparecer por arte de magia, algunas encuestadoras, como ganador del favor popular y los medios prepago lo den por cierto.

No puede comprenderse como un candidato que carga con el lastre de dos administraciones absolutamente cuestionadas, de las cuales participó, ahora algunas encuestadoras y los Medios locales prepago, lo hagan ver punteando la intención de voto.

Las encuestas electorales son un instrumento valioso para la democracia, pero solo eso, un instrumento. Además, requieren de una lectura crítica y responsable por parte de los ciudadanos, los medios y los políticos. No son una verdad absoluta, ni una bola de cristal, sino una fotografía aproximada y cambiante de la realidad política.

El grave error en la predicción de los resultados electorales, en la mayoría de los casos, es anticipar el comportamiento de los votantes el día de la elección.

Y es un grave error porque la ENCUESTA REAL sólo se da cuando el ciudadano marca el tarjetón y deposita su voto.

Que los políticos sean inescrupulosos y no se sonrojen al utilizar cualquier artimaña o encuesta para constreñir al elector, no es una novedad en el país del Sagrado Corazón de Jesús. Pero que los Medios de Comunicación, pequeños y grandes, se conviertan en prepagos y cajas de resonancia de esos métodos, sí deben cuestionarnos y mucho sobre la democracia que estamos construyendo en regiones como el Oriente Antioqueño, en Antioquia y en Colombia.

Se venden encuestas: ¿Cómo las necesitan?

 

 

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