Fin de la Concesión DEVIMED en el Oriente Antioqueño: Un Adiós a una Gestión Cuestionada

Tras décadas de operación, la concesión de DEVIMED en el Oriente Antioqueño ha llegado a su fin, marcando el cierre de un capítulo que deja sentimientos encontrados entre los habitantes de la región. Si bien la empresa se destacó por el desarrollo vial en Rionegro y el Altiplano, su gestión fue duramente criticada por la falta de equidad en la inversión y el mantenimiento de las vías a lo largo del corredor concesionado.
Durante su permanencia, DEVIMED centró gran parte de sus esfuerzos en las zonas de mayor crecimiento económico, como Rionegro y sectores del Altiplano, beneficiando principalmente a los polos urbanos con mayor tráfico y actividad comercial. Sin embargo, esta priorización dejó en el olvido a numerosos municipios intermedios y rurales que también forman parte del corredor vial, generando inconformidad entre sus habitantes.
La falta de atención a estas comunidades no solo se tradujo en el deterioro de sus vías y la carencia de obras de infraestructura claves, sino que también provocó un creciente malestar ciudadano. Esta situación derivó en la pérdida progresiva de la llamada «licencia social», es decir, el respaldo y aceptación de la comunidad, que consideró que los beneficios de la concesión no fueron distribuidos de manera justa.
La ya debilitada imagen de DEVIMED en el Oriente Antioqueño sufrió su golpe final con la presentación de una propuesta calificada como mediocre para la construcción de una calzada bidireccional entre El Santuario y Caño Alegre. El proyecto, lejos de responder a las expectativas técnicas y sociales de la región, fue percibido como una solución improvisada y sin visión de largo plazo, lo que generó rechazo tanto en las comunidades como en la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), que no avaló la iniciativa. Este intento fallido terminó por sepultar la escasa aceptación que aún conservaba la concesionaria en el territorio, reafirmando la percepción de una gestión desconectada de las verdaderas necesidades del corredor vial y de sus habitantes.
Pese al evidente desgaste de su imagen en la región, los dueños de DEVIMED han intentado mantenerse en el negocio presentando una nueva propuesta bajo un nombre distinto al de la actual concesión, en un intento por conservar las jugosas ganancias derivadas de los peajes del estratégico corredor vial que conecta a Medellín con Bogotá. Sin embargo, esta nueva iniciativa ha sido recibida con escepticismo y desconfianza, ya que continúa sin responder a las aspiraciones de una vía moderna y eficiente a doble calzada que esté a la altura de las necesidades logísticas, económicas y sociales de una de las rutas más importantes del país. Para muchos, se trata de un intento de maquillaje empresarial que no disimula la continuidad de un modelo que ha demostrado ser insuficiente y excluyente.
Ahora, con el fin del contrato, se abre una nueva etapa para la infraestructura vial del Oriente Antioqueño. La esperanza de muchos municipios es que futuros operadores adopten un enfoque más equilibrado, donde el desarrollo no se concentre únicamente en unos pocos territorios, sino que integre a toda la región con una visión más inclusiva y sostenible.
Con la terminación de la concesión de DEVIMED, el Gobierno Nacional tiene en sus manos una oportunidad histórica: saldar una deuda con el Oriente Antioqueño y avanzar hacia un modelo de infraestructura más justo e incluyente. Los excedentes recaudados en los peajes de este corredor vial —uno de los más rentables del país— deben ahora ser reinvertidos de manera equitativa en todo el territorio, y no continuar beneficiando exclusivamente a Rionegro y el Altiplano, como ocurrió durante años bajo la administración de DEVIMED. Es el momento de que los municipios históricamente marginados por esta concesión vean reflejadas sus aspiraciones en obras concretas, vías dignas y una conectividad que promueva el desarrollo regional integral. La nueva etapa que se abre es una oportunidad para reconstruir la confianza ciudadana y avanzar hacia una visión de infraestructura que responda verdaderamente al bienestar colectivo.
El cierre de la concesión DEVIMED es, para muchos, una oportunidad para replantear el modelo de gestión vial y recuperar la confianza ciudadana a través de obras que respondan a las verdaderas necesidades del territorio.
La solicitud al Gobierno Nacional, al Ministerio de Transporte y a la Agencia Nacional de Infraestructura es clara y categórica: dar por terminada de manera definitiva la concesión con DEVIMED y abrir paso a un nuevo modelo de gestión vial que realmente retribuya a la región. Es el momento de corregir años de desequilibrio en la inversión, donde solo unos pocos municipios fueron beneficiados, mientras otros quedaron relegados en sus necesidades básicas de conectividad. Se exige un enfoque renovado que aproveche los recursos generados por los peajes para saldar deudas históricas, cerrar brechas sociales y promover un desarrollo más justo e integral a lo largo de todo el eje vial. El Oriente Antioqueño no puede seguir cargando con las consecuencias de una concesión que perdió su licencia social; ahora, se requiere una visión de infraestructura centrada en el bien común y no en intereses particulares.