UN 1 DE MAYO ESPECIAL

El 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, representa en Colombia y en el mundo una fecha emblemática de lucha social y reivindicación de derechos laborales. En 2025, esta jornada cobró especial relevancia política al ser utilizada por el Presidente de la República como escenario para el lanzamiento de una Consulta Popular. Esta coincidencia no fue casual, sino una estrategia política cuidadosamente calculada que revela múltiples dimensiones sobre la interacción entre movilización social, participación ciudadana y poder institucional.
Con nostalgia estuve en la marcha en la Capital del país y viví el pasado 1 mayo. Y digo que lo viví con nostalgia porque hacia décadas no participaba de esta movilización popular en Bogotá.
Históricamente, las marchas del 1 de mayo en Colombia han sido espacios donde convergen sindicatos, movimientos sociales, organizaciones campesinas, estudiantiles, indígenas, negritudes y ciudadanos que exigen mejores condiciones laborales, justicia social y reformas estructurales. Aprovechar este día para anunciar una consulta popular significó dotar a esta iniciativa de un fuerte contenido simbólico y legitimador. En un contexto de polarización política y tensiones institucionales, el Presidente optó por hacer del pueblo trabajador no solo el destinatario, sino también el protagonista de una agenda de transformación nacional.
El acto del Presidente Petro de sacar la espada de Bolívar durante la marcha del 1 de mayo tuvo un profundo simbolismo político y social. Al hacerlo, evocó no solo la figura del Libertador como símbolo de lucha por la justicia y la soberanía, sino que también buscó conectar con las reivindicaciones históricas de los trabajadores y sectores populares. En el contexto del Día Internacional del Trabajo, la espada representó la continuidad de una lucha histórica por la igualdad y la dignidad, alineando su gobierno con las causas sociales y populares. Además, fue un gesto de reafirmación de su narrativa política: la del cambio, la resistencia frente a las élites tradicionales y el poder de un pueblo movilizado.
El anuncio de la Consulta Popular en medio de las marchas tuvo el efecto de revitalizar el debate público sobre temas fundamentales como las reformas sociales, el papel del Estado en la garantía de derechos y los mecanismos de democracia directa. Además, al aludir al pueblo movilizado como el sustento de dicha consulta, el Gobierno buscó proyectar una imagen de legitimidad popular frente a las resistencias que han encontrado sus reformas en el Congreso y otros sectores institucionales.
Sin embargo, esta estrategia también plantea desafíos. Utilizar un espacio tradicionalmente reservado para la expresión autónoma de los movimientos sociales como plataforma gubernamental puede generar tensiones sobre la independencia de las luchas sociales frente al poder político. Algunos sectores podrían interpretar el gesto como una cooptación simbólica, mientras que otros lo verán como una alianza necesaria frente a las élites que históricamente han obstaculizado el cambio.
Las marchas del 1 de mayo de 2025 en Colombia, multitudinarias a lo largo y ancho del país, trascendieron su habitual dimensión conmemorativa para convertirse en un escenario clave de disputa política y proyección institucional. El uso de esta fecha por parte del Presidente para lanzar una Consulta Popular representa una apuesta por profundizar la democracia participativa, apelando a la legitimidad de las calles. No obstante, su impacto dependerá del grado en que logre traducirse en una movilización real, sostenida y diversa, que no solo respalde al Gobierno, sino que también exija coherencia, inclusión y compromiso con las transformaciones prometidas.