Crecimiento vs. Desarrollo en el Oriente Antioqueño: Una Disyuntiva con Implicaciones Profundas

El Oriente Antioqueño es una región de contrastes, donde el dinamismo económico de sus municipios más cercanos al Valle de Aburrá contrasta con las profundas brechas sociales y económicas que afectan a las localidades más periféricas. En este contexto, se ha impulsado la creación de un Área Metropolitana del Oriente (AMO), una propuesta que responde a intereses políticos y económicos de ciertos sectores, pero que no representa el verdadero desarrollo que la Región necesita.
El concepto de crecimiento económico está asociado a la expansión de infraestructura, la atracción de inversión y el aumento del PIB local. Sin embargo, este tipo de crecimiento suele beneficiar a unos pocos, dejando de lado a las comunidades más vulnerables. La creación de un Área Metropolitana en el Oriente Antioqueño obedece a una visión de crecimiento basada en la urbanización acelerada y en la consolidación de polos económicos que, a menudo, generan desplazamiento de poblaciones locales, especulación inmobiliaria y una mayor presión sobre los recursos naturales.
Este modelo de crecimiento, impulsado principalmente desde intereses políticos y económicos centralizados, no garantiza mejoras en la calidad de vida de los habitantes de municipios con menos recursos. Por el contrario, puede incrementar las desigualdades existentes, favoreciendo la concentración de riqueza en zonas específicas mientras deja rezagadas a las comunidades periféricas.
El desarrollo, a diferencia del crecimiento, implica una mejora integral y sostenible en las condiciones de vida de la población. En el Oriente Antioqueño, un enfoque basado en el desarrollo debería priorizar la inversión en educación, salud, acceso a servicios públicos de calidad y la generación de oportunidades económicas equitativas. Esto implica fortalecer las capacidades productivas de los municipios más alejados, en lugar de imponerles un modelo de urbanización que no responde a sus necesidades.
El desarrollo equitativo también requiere de una política territorial que valore la autonomía de los municipios y fomente la participación ciudadana en la toma de decisiones. La región tiene un enorme potencial en sectores como la agroindustria sostenible, el ecoturismo y las energías renovables, que pueden ser pilares para un crecimiento incluyente y respetuoso con el medio ambiente.
Si bien la integración regional puede traer beneficios, debe realizarse desde un enfoque que priorice el bienestar de todos los habitantes, no solo de quienes ostentan el poder económico y político. La creación de un Área Metropolitana debe evaluarse con una visión crítica, analizando sus implicaciones para los municipios más rezagados y asegurando que cualquier modelo de desarrollo contemple la reducción de desigualdades y la inclusión social.
La creación de un Área Metropolitana en el Oriente Antioqueño podría profundizar la desigualdad territorial al concentrar la inversión y los proyectos de infraestructura en los municipios con mayor dinamismo económico, dejando en el ostracismo a aquellos con menos desarrollo y más problemas sociales. Las decisiones estratégicas dentro de estas figuras metropolitanas suelen estar dominadas por los municipios más fuertes económicamente, lo que significa que las necesidades de las localidades periféricas quedarían relegadas a un segundo plano. La falta de acceso equitativo a recursos y representación efectiva en la planificación regional podría agravar la exclusión de estos territorios, limitando sus posibilidades de crecimiento y perpetuando las brechas históricas que ya enfrentan. En lugar de integrarlos de manera justa, el Área Metropolitana podría consolidar un modelo en el que los municipios menos favorecidos solo sean considerados en función de su utilidad para el desarrollo de los centros urbanos más prósperos, en este caso de Rionegro, como municipio núcleo con poder de veto.
El reto del Oriente Antioqueño no es crecer sin medida, para aumentar las ganancias de unos pocos empresarios, y mantener el poder político de un grupo hegemónico , sino desarrollarse con equidad. Apostar por un modelo basado en la sostenibilidad, la justicia social y la participación comunitaria es la clave para garantizar un futuro en el que el progreso no sea privilegio de unos pocos, sino derecho de todos.